lunes, 27 de diciembre de 2010

~85.

Ahí la tienes, hecha un burruño bajo la colcha.
La dieron ilusión, la dijeron que podía conseguir todo lo que quisiera, que a veces los sueños van más allá de la noche, de hecho, también la dijeron que el ratoncito Perez existía, y que había que dejarles un poco de vino y galletas a los Reyes Magos por todo el viaje que hacían. 
Y llego un día en que casi todo esto desapareció. Plaf. Adiós dulce inocencia. 
Aceptó que el ratón Perez, como mucho puede aspirar a ser el hamster que tienes en la cocina y que te muerde cada vez que le acaricias, pero que no va a salir de la jaula cada vez que se te caiga un diente para dejarte un regalo. Que cuando te levantabas la mañana de reyes y veías las copas de vino vacías y las migas de las galletas, no era porque los Reyes Magos hubiesen estado ahí, sino que tus padres habían tenido una buena noche. Se cabreó una y otra vez consigo misma, por no encajar que "- x - = + y que - + - = -" y perdió la fé en su capacidad mental con los análisis sintácticos.


Pero mírala, hoy parece la niña de hace unos años, acurrucada, con las mejillas rojas y los ojos apretados.
Parece que todavía recuerda esos días en los que hacía reuniones con sus peluches y le cortaba el pelo a las muñecas. Que queda algo de esperanza en ella por recuperar aquella inocencia y, aunque sea en sueños, sigue buscando tréboles de cuatro hojas y setas con gnomos dentro.






Y es que ni las ecuaciones, ni los estereotipos, ni la hipocresía, ni economía, ni nada de lo que está descubriendo poco a poco, podrán con alguien tan grande como ella.
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"-Erika, ¿sabes qué?
-dime.
-...eres una mujer digna de amar."




Little M.

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