jueves, 9 de diciembre de 2010

~79.

Y se juró a si misma que jamás volvería a aquel banco, bajo el inmenso árbol cuyas hojas ya se habían desvanecido, junto con todos los recuerdos almacenados en cada una de ellas. Que sus labios no volverían a pronunciar aquellas dos simples palabras, no en vano. Y que no permitiría bajo ningún concepto que la arrebataran sus sueños, por muy ridículos que parezcan. Decidió que era hora de empezar a confiar en si misma, y a no dejarse ver como una más, como alguien fácil de manipular.
Y quizás sea muy joven, si, pero seguramente sea mucho más adulta que otros que a los ojos de la ley lo son. Sabe que mucha gente no termina de entenderla, que cuando hablan con ella solo ven una boca moverse y notan que alguna que otra palabra retumba en sus oídos, y asienten. Pero no entienden, de todos modos, muchos tampoco quieren entender. 
Pero en algunas ocasiones hay personas que deciden ver más allá de lo que les llega a los oídos, e intentar comprender porque dice lo que dice, porque se comporta así, porque es diferente. Y entonces se sorprenden, porque no es como pensaban, no es como la gente les había contado, es sensible y profunda. Es capaz de hacerte sentir, de hacerte reflexionar y cambiar tu punto de vista. 
Es capaz de hacer que dejes de basarte sólo en lo que ves, y le des menos importancia a lo material.
Capaz de proponerte mil retos, capaz de hacerte llorar. Capaz de besarte hasta que el Sol se apague.






Y tú, ¿de que eres capaz?




Little M.

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