Ella me miraba fijamente sonriendo, pero no con la sonrisa típica, no, con esa sonrisa que hacía que me temblasen las piernas. Estaba a escasos cm de mi y me observaba como si le fuera la vida en ello.
El olor a jazmín invadió la habitación. Yo suspiré. Ella cerró los ojos y la sonrisa se borró de su cara.
Parecía tan inofensiva tan...frágil.
Me acerqué más a ella hasta rozar la punta de su nariz con la mía.
Entonces abrió los ojos, los tenía llorosos. Veía miedo y preocupación en su mirada.
Y en el momento en el que derramó la primera lágrima, se acercó a mi oído y me dijo "quiero poder decir te quiero sin miedo a perderte".
Little M.
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