sábado, 2 de octubre de 2010

~58.

Pero eras tú el que había cambiado, el que decidió cuales eran las reglas del juego y cuando terminaba.
Ya no eras el niño que se abrazaba a mí de tal manera que el latir de tu corazón marcaba el compás del mío, volviéndome totalmente dependiente de ti y de tus estúpidas historietas.
Tú eras el que echaba primero el cola-cao y luego la leche, y yo la que lo hacía al revés, para que salieran grumitos.
Y de repente desapareciste. Cambiaste de la noche a la mañana y dejaste de formar parte de mi mundo. Donde los dos eramos la otra cara de la moneda, eramos todo lo que la mayoría de la gente no hace por miedo, pereza o vergüenza.
Te transformaste.
Por no ir a contra corriente.
Por esconder lo que piensas y quien eres en realidad.








Little M.

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